Sobre mí – Poli Impelli

Si nos frenamos porque pensamos que alguien (o la cultura) podría no estar listo para darnos lo que queremos, probablemente sea buena intuición.  A nadie le gusta que lo empujen.

Pero si esperas contribuir, especialmente si te hace sentir un poco incómodo, entonces sigue adelante. Probablemente no sea demasiado pronto. O nunca demasiado tarde.

La gente casi siempre quiere una sonrisa, una palabra amable o una mano sosteniéndole con más rapidez de lo que pensamos y durante más tiempo de lo que imaginamos.

– Seth Godin –

Sabes que algo te pasa. Eres consciente pero no sabes ni por dónde empezar. ¿Habré nacido así? ¿Podré encontrar un camino que me lleve a descubrirme en el entorno que he elegido? ¿Hay posibilidades de cambio, o estoy destinado/a a sentirme así para siempre?

Son preguntas que me hice hace muchos años, y empecé a tomar decisiones que hubieran sido impensadas dentro del sistema cultural y social en donde crecí. Esas pequeñas decisiones dieron pie a las medianas y a las grandes, y todavía hoy siento el vértigo de ver cómo estoy por saltar al vacío. Y veo mi cuerpo hecho trizas sobre el asfalto o la roca. Pero recuerdo estas preguntas y cambio la mirada:

¿Y si caigo bien parada? ¿Y si lo que creo tan incierto y difícil no lo es una vez salte y me deje caer?

Escribo desde chica porque tuve la fortuna de tener un espacio y una familia que me permitieron escribir hasta en las paredes. Literalmente.

(No puedo insertar fotografías… hay mucha gente que quedaría expuesta y no quiero ir tras las rejas. Todavía.)

 ¿Y por qué yo aquí?

Mis padres eligieron Paola como nombre, pero me dicen Poli desde que tengo uso de razón. Siendo Poli, sé lo que tengo para ofrecer: una mirada optimista, cálida y sincera, totalmente honesta sobre lo que pienso y creo de la vida, siempre con un toque de humor que relaja e invita a sonreír, aunque la vida nos dé patadas en las nalgas (y en otros espacios del cuerpo humano. Ponle tú el que quieras, donde siempre la vida se ensañe en patearte). 

Las historias, poema, cuentos, relatos, reflexiones, experiencias de mis viajes y todo lo que encuentres en este espacio ofrecen una visión positiva y de sostén incluso si no comprendes todo lo que lees. Si puedes observar entre líneas mi palmada en el hombro, mi patada en el culo, mi sonrisa abierta y franca, entonces me doy por satisfecha.

Solo con mis palabras puedo empujarte desde la orilla del acantilado si te veo mirando hacia abajo indeciso/a.

Y si decides salir de aquí, no quedarte o espantarte, también estaré encantada porque habrás decidido por ti mismo qué lees y qué no, lo cual demuestra tu grado de amor propio. ¡Y ole por eso!

Mis lemas más trillados:

– No esperes a que las cosas cambien, salta. Un golpazo, una cicatriz y seguirás andando (en cualquier ámbito de tu vida).

– Si quieres escribir y/o vivir una vida plena, viaja.

 

Nací y crecí en Neuquén, Patagonia Argentina. Mendocina por herencia de mis padres. Me siento un poquito española por amor, por eso escribo como escribo y mezclo los acentos sin pensarlo mucho dos veces. Me enorgullece ser ciudadana del mundo. Sin embargo, jamás olvido mis raíces. Así que mi piel me recuerda la sangre italiana y la tierra que me vio nacer. El resto de países y rincones del mundo han sido, son y serán el resultado de la mejor versión de mí misma.

Un diploma en letras negras dice sin hablar que soy Profesora en Lengua y Literatura Inglesa, pero la única verdad es que soy quien decido ser, y eso no viene con tinta enmarcada.

Cuenta mi mamá que desde que aprendí a escribir en la escuela soy insoportable, por lo menos con la escritura. Ella es amorosa: se refiere a que no he parado, ni siquiera por duelos, enfermedades, viajes, incomodidades, malos días, patadas de la vida (las recibo también como cualquiera que me esté leyendo, y en los mismos lugares). Y si ella lo dice, yo le creo. Aparte, todavía tengo algo de memoria.

Cualquier lugar es mundo para escribir. 

 

Al igual que tú, tengo algunos Superpoderes

• Altísima intuición.
• Mentalidad abierta dirigida al cambio.
• Corazón hiper sensible (hiper, hiper, hiper aunque no se vea).
• Empatía a niveles tan elevados que me lleva a aislarme por no sentirme identificada con mi entorno.
• Capacidad de calmar a las fieras (humanas y no humanas).
• Visión positiva y optimista de absolutamente todo con consciencia social. Sin esto último, considero que es puro bla bla y «flower power» sin poder.
• Alta capacidad de perdón.
• Búsqueda constante de libertad en todos los ámbitos.
• Comprensión profunda de la vida y de la muerte. Con ello, del valor del tiempo.
• Expresión del lenguaje escrito a un nivel que puedo tocar Almas (y tener la fortuna de que me lo hagan saber cuando esto sucede).

 

Y cómo no, mis Superdefectos —y lo que me molesta

• Soy muy sociable y hago contactos con mucha facilidad, pero soy una persona introvertida. Esto me trae algunos “tropiezos”. Entre la compañía y la soledad, Sole es mi mejor amiga. No me agrada andar en grupos ni estar pendiente de ellos, no soy de andar en masas. Soy «padentro».

• Me producen alergia los shoppings:  ir de compras, probar y elegir cosas materiales. Para mí, es un desperdicio de tiempo útil para mi alma y cerebro. En el mundo que me toca vivir, esto se ve como un defecto.

• Me provocan un poco de náuseas los supermercados y lugares donde la gente se comporta en forma mecánica. Dado que tengo que alimentarme, no me queda más remedio que visitarlos. Es un problemita, menor pero diario, porque llego a desmayarme más de una vez si las filas de espera tardan más de 15, 20 minutos. Bastan típico en mi país. Por suerte, viajo.

• Exigente conmigo misma, perfeccionista en el trabajo. En mi vida personal me permito ser y andar liviana. Sin embargo, en el trabajo el perfeccionismo me juega malas pasadas. Sigo intentando bajar cambios, porque el exceso no me favorece.

• Me enfrento a los sistemas, a las reglas, a las modas que me parecen ridículas, a las creencias ortodoxas o a los compromisos establecidos.  No le creo a la sociedad enferma ni a los sistemas que se establecen para manipular gente. Me considero libre de toda ideología y religión (somos Dios y yo, en toda las facetas posibles). Esto me aísla el doble de lo que tenía planeado para mi vida. Suena a defecto y por eso lo incluyo. Y a veces, me lo creo.

• Hago unas dos mil cosas a la vez, estoy pendiente de cinco proyectos juntos, empiezo una cosa y otra más habiendo terminado o no la primera. Salvo, una vez más, cuando se trata de trabajo. Por suerte, tengo el gran defecto de ser testaruda: no paro hasta conseguirlo. La inconstancia tiene mala reputación para el amor propio y yo intento mantenerlo a raya. Por este motivo, defecto a mejorar.

 

¿Por qué hago lo que hago?

Porque cuando leemos, tenemos que enfocar nuestra atención y frenar unos minutos en esta vida alocada para fijar la vista y ver qué resuena en nosotros.

Provocar ese freno en otra persona me llena de satisfacción, incluso si es para enfadarte porque no te gusta cómo o qué escribo. Me da igual mientras leas.

Los grandes líderes, las personas más exitosas y las que crecemos a diario (en este último grupo sí me incluyo) somos todos grandes lectores. El hecho de colaborar con esta acción necesaria y tan humana me llena de gratitud.

No escribo para todos ni para cualquiera; sé que solo unos pocos comprenden lo que expreso y solo para ellos va mi tiempo y mi energía.

Lo hago porque no podría no hacerlo, porque me llevó años tomar consciencia de que cuando me detengo y lo dejo de lado, la vida me avisa de mil maneras y me hace saber lo que tengo que hacer. Y aquí mismo está mi propósito de vida.

Lo hago porque me apasiona trabajar en soledad, el flujo de la escritura, el poder de las palabras, el sonido del teclado o de mi mano apresurada sobre el papel.

Lo hago porque me encanta la investigación, el aprendizaje que implica, el conocimiento y la implicación constante y permanente en el tiempo. Me encanta el compromiso porque supone una disciplina personal, una responsabilidad conmigo.

En este espacio no hay jefes, no hay colegas, no hay presiones, solo la mía. Todo depende de mí y eso me ayuda a enriquecer la valentía. Pero necesito la ayuda de gente que va a la par, y muchas veces terminamos siendo muchos, separados pero al unísono. Esto no sirve absolutamente de nada si no te tengo del otro lado, si no puedo entregarte aunque sea un poquito de todo lo que tengo para dar. 

Voy por mi tercer novela, pero esta saldrá publicada en primer lugar. Mi paciencia crece cada día a niveles que ni yo imaginaba posibles… así es esto de escribir, revisar, revisar, revisar, corregir, maquetar, editar, bla, bla, bla.  Aprendo mucho, muchísimo de la vida. Y todo llega en el momento exacto. Confío en ello. 

De hobby… nada. Prefiero la paciencia y que en tus manos tenga sentido. Yo ya habré hecho mi parte. 

 

¿Qué historia hay detrás que me ha motivado para ser quien soy y hacer lo que hago? 

La vida me dio dos grandes dones, la voz y la escritura.

Con la voz hice mucho, le di sentido a mis mejores años de niñez y adolescencia. Cada día sigo enamorándome de ella, la mantengo intacta y la música para mí es un desafío constante.

Sin embargo, la vida me regaló una maestra, una de las tantas enfermedades crónicas que se conocen poco, y yo era muy joven como para animarme a desafiarla. Ni siquiera sabía qué era. No tuve la sabiduría para enfrentarla y me venció el miedo: no iba a poder resistir esa vida, los escenarios y mis sueños por más esfuerzo que pusiera de mi parte. Creo que no  podría haberlo hecho livianamente y con libertad, por eso elegí la escritura. Hoy a mi edad desafiaría cualquier cosa, pero respeto a la joven que fui, llena de carencias y de miedos que no supo cómo sobrellevar la rareza de la vida.

Como sigo siendo yo, no me olvido nunca de ello y le doy espacio. La escritura fue paralela, no fue nunca un descarte. Tuve la suerte de potenciar ambos amores sin dudar, aunque no muchos lo supieran.

La escritura me ayudó mucho a centrarme, a desear el silencio, a crear e imaginar para poder combatir el dolor diario de mi cuerpo. Le encuentro un sabor que ni el mejor dulce de leche le da al paladar de mi alma. 

En esta historia tan personal, siento que la escritura y la lectura (que van mano a mano) me salvaron, me llevaron a viajar y a descubrir lo que yo intuía que había detrás de lo que yo veía.

Por eso doy vueltas en este eje: piso lugares, vivo y me desvivo en cualquier ámbito donde el cuerpo duela menos, con gente que duela menos, con alimentos que duelan menos, con aire que duela menos. Absolutamente todo lo que no me haga bien (a mí, no porque otros me lo digan), queda fuera de mi cuerpo y de mis emociones para poder seguir en pie.

Creo fervientemente en la bendición de abrir los ojos cada mañana como un gran aliciente personal para levantarme a diario. Si así no fuera, muchos días no podría tener la vida que tengo ni llenarme para poder dar. Esta es la historia que me empuja a valorar cada mínimo detalle del día y que me ha llenado de alta sensibilidad y gratitud. Soy una de esas que llaman Alma Libre

 

Pero quieres saber qué he hecho, qué hago hoy para que confíes en mí…

Mi currículo externo dice que llevo 29 trabajos en 26 años laborales (no te cierran las cuentas, lo sé),  y que he hecho absolutamente de todo con las herramientas que esconde un diploma archivado.

Dice que hablo idiomas, que he trabajado en grandes multinacionales, que hago traducciones, que publico lo que escribo y trabajo con otros escritores, que actualmente me dedico al Copywriting y Redacción, que puedo trabajar como asistente de un gerente, asesorar turistas en el Támesis o vender productos frente al mar Mediterráneo.

Dice de todo y es muy largo como mi vida. Esto me ha preparado para enfrentar lo que sea que venga por delante.  La incertidumbre es mi mejor amiga. 

En fin, que aquí estoy por si me necesitas, y que ha sido, es y será un placer coincidir en esta vida contigo si te quedas.

Aprendo mucho de quienes leo y me aseguro de  no quedarme sin tinta y sin gafas nuevas para leerte también.

Gracias por tu tiempo y energía.

¿Y tú, quién eres? ¿Y vos, quién sos?

¡Abrazos Infinitos!

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