Maldita vejiga

Creo, estoy casi segura, que todavía era de noche. Me desperecé con los ojos aún cerrados, y con mi brazo izquierdo pegué en un cuerpo macizo. Al abrir los ojos me encontré con el ex novio de una amiga y me espanté. El tipo sonrió con algo de lo que yo considero malicia. Di un…

Un chai… ellos, yo.

Me desperté a las seis; poco dormí, sacando cuentas. Anoche, la cena a la luz de las velas que iluminan toda la costa no tuvo desperdicio. ¡Qué curva del destino habernos encontrado con Pía! Hablar español entre nosotras es un descanso para ambas, y reírnos de las estupideces que hablamos tiene también su encanto. Sobre todo…