Proactividad – Dr. Stephen Covey

PROACTIVIDAD

 

Si bien la palabra proactividad es ahora muy común en los textos de dirección de empresas, se trata de un término que no se encuentra en la mayoría de los diccionarios. No significa solo tomar la iniciativa. Significa que, como seres humanos, somos responsables de nuestra propia vida.

Nuestra conducta es una función de nuestras decisiones, no de nuestras condiciones. Podemos subordinar los sentimientos a los valores. Tenemos la iniciativa y la responsabilidad de hacer que las cosas sucedan.

Examinemos la palabra responsabilidad, en la cual encontramos alusiones a las palabras responder y habilidad: habilidad para elegir la respuesta. Las personas muy proactivas reconocen esa responsabilidad. No dicen que su conducta es la consecuencia de las condiciones, el condicionamiento o las circunstancias. Su conducta es un producto de su propia elección consciente; se basa en valores, y no es producto de las condiciones ni está fundada en el sentimiento.

Dado que por naturaleza somos proactivos, si nuestra vida está en función del condicionamiento y las condiciones, ello se debe a que, por decisión consciente o por omisión, elegimos otorgar a esas cosas el poder de controlarnos.

Si nuestra elección es esa, nos volvemos reactivos. Las personas reactivas se ven a menudo afectadas por su ambiente físico. Si el tiempo es bueno, se sienten bien. Si no lo es, afecta a sus actitudes y su comportamiento. Las personas proactivas llevan consigo su propio clima. El hecho de que llueva o brille el sol no supone ninguna diferencia para ellas. Su fuerza impulsiva reside en los valores, y si su valor es hacer un trabajo de buena calidad, no depende de que haga buen tiempo o no.

Las personas reactivas se ven también afectadas por el ambiente social, por el «clima social». Cuando se las trata bien, se sienten bien; cuando no las tratan bien, se vuelven defensivas o autoprotectoras. Las personas reactivas construyen sus vidas emocionales en torno a la conducta de los otros, permitiendo que los defectos de las otras personas las controlen. La capacidad para subordinar los impulsos a los valores es la esencia de la persona proactiva. Las personas reactivas se ven impulsadas por sentimientos, por las circunstancias, por las condiciones, por el ambiente. Las personas proactivas se mueven por valores: valores cuidadosamente meditados, seleccionados e interiorizados.

También las personas proactivas se ven influidas por los estímulos externos, sean físicos, sociales o psicológicos. Pero su respuesta a los estímulos, consciente o inconsciente, es una elección o respuesta basada en valores.

Como observó Eleanor Roosevelt: «Nadie puede herirte sin tu consentimiento».

Y Gandhi dijo: «Ellos no pueden quitarnos nuestro autorrespeto si nosotros no se lo damos».

Para empezar, lo que nos daña, mucho más que lo que nos sucede, es nuestro permiso, nuestro consentimiento a lo que nos sucede. Admito que esto es muy difícil de aceptar emocionalmente, en especial si durante años y años hemos explicado nuestra desdicha apelando a las circunstancias o a la conducta de algún otro. Pero hasta que una persona no pueda decir, profunda y honestamente, «Soy lo que soy como consecuencia de mis elecciones de ayer», tampoco podrá decir «Elijo otra cosa». (…)

(…) Lo que nos hiere o daña no es lo que nos sucede, sino nuestra respuesta a lo que nos sucede. Desde luego, las cosas pueden dañarnos físicamente o perjudicarnos económicamente, y producirnos dolor por ello. Pero nuestro carácter, nuestra identidad básica, en modo alguno tiene que quedar herida. De hecho, nuestras experiencias más difíciles se convierten en los crisoles donde se moldea nuestro carácter y se desarrollan las fuerzas internas, la libertad para abordar circunstancias difíciles en el futuro y para inspirar a otros la misma conducta.

Víctor Frankl es uno de los muchos que pudieron desarrollar su libertad personal en circunstancias difíciles, para animar e inspirar a otros. Los relatos autobiográficos de los prisioneros de guerra en Vietnam aportan convincentes testimonios adicionales sobre el poder transformador de esa libertad personal y sobre el efecto del uso responsable de esa libertad en la cultura de la prisión y en los reclusos, tanto en aquel entonces como ahora.

Todos hemos conocido a individuos que atravesaban circunstancias muy difíciles (tal vez una enfermedad terminal o una grave discapacidad física) conservando una extraordinaria fuerza emocional. ¡Cuánto nos inspira su integridad! Nada deja una impresión mayor, más duradera en otra persona, que la conciencia de que alguien ha trascendido el sufrimiento, que ha trascendido la circunstancia y está encarnando y expresando un valor que inspira, ennoblece y eleva la vida.

Dr. Stephen Covey 

Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva.


 

Poli Impelli

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Un comentario Agrega el tuyo

  1. elcieloyelinfierno dice:

    Reflexiva entrada! Covey; como tantos otros teóricos de la administración moderna, brinda siete hábitos desde su punto de vista, como factores de nuestra conducta que aun siendo inconscientes, presuponen nuestro acierto o no, en lo que nos proponemos como objetivos de vida. En lo personal; disiento con una teoría que solo pueden adoptar unos pocos elegidos, ante una globalización que ha hecho estragos en la humanidad, alentando la desigualdad y la mediocridad. consecuencia de una cuarta revolución industrial del capitalismo salvaje, que ha llevado a millones de personas a la sola esperanza de sobrevivir. Las paginas de la historia pasan, y los paradigmas caen porque el propio ser humano, lo hace posible. Un cálido saludo, Poli.

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