Escribir sobre nada – Isaac Belmar –

Flaubert aspiraba a la creación de una gran novela que no tratara absolutamente de nada, que se sostuviera por la mera fuerza del estilo. De hecho, la «queja» de algunos lectores hoy hacia lo que a veces se denomina como «novela literaria» (no entiendo muy bien el concepto, pero lo voy a usar por la pereza de escribir en las horas de otoño antes de que amanezca) «no va de nada» y, por tanto, a algunos se les hace pesada y/o aburrida.

Que para eso ya está la vida y uno se quiere evadir donde los héroes y los dioses.

Curiosamente, algunos géneros, como la comedia televisiva han recurrido a series que van sobre nada en particular. Seinfeld fue probablemente la pionera y Friends la revisitación de historias que iban sobre pequeñas cosas y ninguna en general. La vida y lo que contiene, sin grandes aspavientos, sucesos o conspiraciones.

Eso también lo comparten algunas de las obras literarias más grandes. En realidad, no tratan sobre mucho, no hay grandes catástrofes, guerras, espías, amores que hagan estallar guerras o dramas más allá del que nosostros, personajes cualquiera, vayamos a experimentar. Ejemplos que me vienen así de pronto: El extranjerode Camus, o Lolita, en las que sus argumentos son casi anecdóticos, exentos de monstruos, leyendas y sucesos espectaculares. Podrían ser la vida que ocurre en la finca de al lado.

Personalmente creo que hay un enorme mérito en escribir historias que no van sobre nada, pero sin embargo no dejas de leer y conectan contigo, sin necesidad de desnudar a alguien ni inventar asesinos en serie que de todas formas nadie se cree.

El verdadero maestro puede hacer una cosa y la otra, pero sobre todo no necesita de grandes trucos y mecanismos argumentales para atraer la atención, ese maestro podría escribir el listín telefónico y lo leerías.

Creo que cuando uno es capaz de escribir una buena historia de nada, ha conseguido mucho. Su escritura es tan buena que es capaz de hacer interesante lo cotidiano, no sólo por un estilo virtuoso, sino porque lo que importa muchas veces son las entrelíneas, lo que corre por debajo, lo que nos hace humanos y conecta, de manera que, de algún modo, nos mueve.

Era niño y no recuerdo el director de cine antiguo que lo dijo, pero escuché que había que mostrar cada cierto tiempo un hombro desnudo, algo de violencia, recursos para que la atención del espectador no se desvíe. Si uno va a al cine últimamente, los grandes blockbusters están llevando esa fórmula al extremo. Todo explota, todo es brillante y se mueve sin parar, no sea que cojas el móvil.

Y al final, los móviles brillan igualmente en la oscuridad y nada importa.

Sales y te olvidas, otro fuego de artificio más que brilla un instante y queda luego en nada, porque en realidad no es nada. Soy valenciano, he visto muchas Fallas, sé de lo que hablo, color por fuera y hueco por dentro cuando rascas.

Eso se ha trasladado en cierto modo a la escritura. Se alega que hoy el lector ha cambiado, que vivimos de 140 caracteres y hay que adaptarse, que más allá de eso no hay atención y no habrá lectores. Se habla de trucos, se habla de enganchar, se habla de competir con otros medios de entretenimiento como si eso fuera lo importante… Capas de pintura que no sirven de mucho puestas sobre algo sin sustancia.

El mérito para mí está en lo otro.

No creo que haya que ser ni un esnob ni Flaubert, aspirando a escribir algo sobre absolutamente nada, pero pienso que una buena medida de una buena escritura está en ser capaz de contar esas historias que «no van sobre nada» (cuando la cuestión es que van sobre lo importante y está ahí, detrás y entre las líneas) y ser capaz de conectar con alguien.

Isaac Belmar, en su Hoja en Blanco

3 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Es una máxima que constantemente repito a mis alumnos, lo verdaderamente importante y original está más en la forma, en la manera de contarlo que el contenido.
    Un abrazo

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    1. Poli Impelli dice:

      Así es, y es lo más difícil de conseguir. Se puede hablar de nada de una forma sublime. Gracias, María. Abrazo de vuelta 🙂

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  2. lunapaniagua dice:

    Creo que la clave está en esto: «es capaz de hacer interesante lo cotidiano», atrae porque es algo que nos podría pasar a cualquiera.
    Muy buen texto, gracias por compartirlo 🙂

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